Ese 3 de abril, Dios, me diste el "vamos" que necesitaba para empezar la aventura. Has guardado mis pasos e iluminado mis caminos para poder enfrentar con gracia cada uno de los desafíos que se cruzó frente a mi.
Me mirabas andar, aun cuando yo no sabía que existías.
Me abrazabas cuando intentaba acercarme a ti aun sin conocerte bien.
Me protegías aun cuando me alejé de tí.
Y corriste a mi encuentro cuando volví a tu casa.
Hoy te amo con todo mi corazón porque tú me amaste con tu amor infinito aun sin merecerlo.
Gracias por renovar nuestro pacto cada día, cada año...
Gracias por los padres que me diste como guías.
Gracias por las hermosas almas que he conocido en este viaje.
Y sobretodo, gracias por los problemas, que me han ayudado a crecer.
Gracias por los malos momentos que me han enseñado de paciencia, perseverancia, y esperanza.
Gracias por mis enemigos, que por ellos puedo poner en práctica tu gracia y tu amor incondicional.
Gracias por mis limitaciones, por que en ellas te glorificas.
Gracias por los "imposibles", porque en ellos te mueves mostrando tu grandeza.
Gracias por pensar en mi, y tenerme en tu corazón.
Gracias por mi vida, y gracias por ser el que está.
