Una de las tantas cosas que aprendí esta semana es acerca de nuestro testimonio como cristianos. Bien sabido es que debemos tratar de ser reflejo de Dios en la tierra, y extender su palabra a todo lugar. Pero a veces hay cosas tan mínimas que arruinan nuestro testimonio...
Hace un par de años tomé para mi vida un principio que dice "Predica, predica... y si es necesario, habla". Pero creo que faltaba un detalle en ese principio. Si bien se refiere a que debes predicar con tus actos, y no con tu boca, no es clara en la forma de actuar que sugiere.
Un buen testimonio provoca en otros ese deseo de decir: Yo quiero lo que tú tienes. Yo quiero conocer a ese Dios que llena tu vida.
Y cuán deseable será nuestra vida si en nuestra universidad, o en nuestro hogar no cumplimos con todos nuestros deberes?
Cuán deseable es la vida de alguien que estudia a última hora para un examen... que no ordena su cuarto cuando se le demanda, que llega tarde a todos lados?
Errores que se cometen muy a menudo cuando eres adolescente... y que yo he cometido muchas veces, sin haberlo considerado con seriedad...
