Hace un tiempo atrás estando en una reunión de mi congregación comencé a agradecerle a Dios por los músicos, los miembros del coro, los sonidistas.. Agradecer por las personas que hacían posible que todos cantáramos las mismas letras, y de una u otra forma nos guiaban en la adoración en un mismo sentir y una misma dirección. Cuando aun no terminaba de dar las gracias, repentinamente todos los músicos quedan en absoluto silencio. Aun el teclado - que no suele callarse - permanecía silente.
Pude imaginar a Dios diciéndome: ¿Y sin música, qué haces... sigues adorando?
No pude evitar un sonrisa. Pero desde luego, continué haciendo lo que hacía...
En ocasiones nuestro entorno parece facilitarnos mucho las cosas... Pero a veces parece que nadamos contra la corriente. Aun si todo se opone a lo que haces, a lo que quieres hacer, o a lo que debes hacer... ¿Seguirías perseverando?

Sin música... Seguirías cantando?

No hay comentarios:
Publicar un comentario