viernes, 7 de enero de 2011

Al César lo que es del César


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Casi tan peligroso como humanizar a Dios, es divinizar a un hombre o a una mujer.
En ocasiones, como personas, nos vemos tentados a creer que Dios es como nosotros. Es cierto que Jesús vino a la Tierra, y pudo vivir como hombre, es eso lo que le permite conocer todo lo que podemos pasar, las necesidades en las que nos enfrentamos, la forma en que sentimos, en que vivimos. Pero esto no significa que Dios sea igual a nosotros. Es nuestro padre, y poseemos sus genes, no obstante, nuestra experiencia terrenal nos convierte en seres imperfectos e incompletos. Dios ha sido, es y será el mismo, nosotros cambiamos día a día, aprendemos, crecemos, maduramos, nos desarrollamos, y nuestro alma y nuestro cuerpo cambian.
Ahora bien, eso a veces nos hace ser inseguros en cuanto a la confianza que tenemos en Dios, repercute también en nuestro servicio, en nuestra relación con él y con los demás, pero mientras más nos acerquemos a Él y aprendamos a conocer mejor su corazón, podremos descubrir las cosas en las que pudimos estar equivocados.
Por otro lado, es aun más letal otorgar virtudes divinas a otras personas. Si haces de tu pareja, tu dios, todo cambia. Tu foco se desorienta radicalmente. Te alejas del mandamiento primero que es amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el corazón con toda la mente y con todo el alma. Si llegas a amar a tu pareja con TODO tu corazón, algo empieza mal. De la misma forma, tus fuerzas, tu fe, tu día a día se alimenta de una fuente carnal, que no es perfecta y que puede conllevar desilusiones. Si tu pareja falla, entonces tú decaes. Si tu pareja no está, entonces la soledad y la tristeza te embarga. Si tu pareja te decepciona, nada parece valer la pena. Y si eventualmente tu pareja terminara contigo, tu vida perdería todo sentido. Dios dice que solo hay uno como él,  y que no adoremos a otros dioses. Pues así como el dinero, la fama o el sexo pueden convertirse en nuestro dios, una pareja también puede llegar a serlo si lo permitimos, dejamos que gobierne nuestra vida y que sostenga nuestros cimientos. 


Al César lo que es del César. 

2 comentarios:

  1. Hola! Con razón no tenés tiempo para Pensando en grafito!!!
    Ya regresaré a leer con más tiempo.

    Saludos muchos.

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  2. hahaha sí creo que le dedico más tiempo a este... Pero ya me estoy empeñando en alimentar el otro también =)
    Un abrazo!

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