domingo, 29 de agosto de 2010

A través de nosotros


"Me tomaría una piña colada..."
Muchas veces pedimos a Dios que nos ayude en alguna labor, o que haga algo por nosotros. No está mal, la Palabra dice que si pedimos se nos dará, si buscamos hallaremos, y si llamamos se nos abrirá.


Ahora bien, hay algo que puede sonar un tanto evidente, y lo sabemos en teoría, pero suele olvidarse en la prácticaPara que Dios actúe, somos nosotros los que debemos dar el primer paso. Poner la materia prima.

No todo puede llegar a nosotros o aparecer por arte de magia. Recordemos que para convertir el agua en vino, las tinajas no podían estar vacías. Para curar al ciego, tomó lo que estaba más mano, barro y saliva.

No podemos pedir a Dios que nos vaya bien en un examen para el cual no hemos estudiado, que hagamos bien un trabajo para el que no nos hemos preparado, que nos den un empleo si no salimos a buscarlo, ser el mejor en algo si no practicamos...

No he dicho que no existen los milagros. Al contrario, por su claro que yes!! Sí existen. Pero para sanar a un enfermo, hay dos caminos... El médico que lo sana con cirugías o tratamientos químico-farmacéuticos... o aquel que realiza imposición de manos sobre el enfermo y las constantes oraciones de quienes le conocen.

En ambos casos... hay esfuerzo, hay trabajo, hay preocupación y dedicación. Una búsqueda constante de la sanación.

Dios está con nosotros y en cada uno de los que creemos en Él. Pero no vendrá a hacer todo por nosotros. No tomará nuestro lugar en las tareas que debemos realizar, frente a los problemas que debemos solucionar, no actuará por nosotros... sino a través de nosotros. Cuando el hombre trabaja, es Dios quien trabaja, lo hacemos con sus fuerzas, con las que él nos entrega. 
"Señor, Ojala pesque 20 peces más que mi hermano."
Debemos entregarle nuestros problemas y nuestras aflicciones... pero debemos parar de entregarle nuestras obligaciones. Él moverá todo para que podamos salir victoriosos. Pero no podremos triunfar si nos quedamos en casa y no vamos al campo de batalla. Nos dio la capacidad de crear herramientas y de usarlas, de pensar, de planear, de imaginar, de proyectar y de resolver. Debemos aprender a vivir. Depender de Él, de su amor y de sus bendiciones no significa servirnos de Él y recostarnos mientras todo es derramado ante nuestros pies. Sino, saber que es gracias a Él que podemos superarnos cada día, y que nos ayuda en todo, y nos acompaña en todo, es saber que sin su compañía nos perderíamos y tomaríamos caminos equivocados, que sin su amor no podríamos amar, que sin sus fuerzas no podríamos luchar, que sin su paz viviríamos angustiados, que sin su gozo no podríamos ser felices, que sin su misericordia de nada valdrían nuestros esfuerzos, pues nada conseguiríamos, y que sin su soplo de vida no estaríamos... No seríamos.

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