martes, 21 de septiembre de 2010

- Dilo...

- ¿Qué cosa?
- Eso que hiciste...
- Eso que hice? Eso que hiciste? Eso que hicimos?
Claro, no juntos. No al mismo tiempo. No en el mismo lugar ni a la misma hora, pero lo hicimos. Ambos.. y quizá cuántos otros por ahí. Me han dicho que todo el mundo lo hace, o lo hizo alguna vez, pero nadie lo comenta. Es como un código. ¿Crees en eso? Quizá debería contarlo.. decírselo a alguien. Pero no puedo. De verdad lo he intentado, pero mi boca se cierra de forma increíble.
A veces me pongo  a pensar en eso, y he caído en la cuenta de algo: Si tú me preguntas ¿Lo hiciste? Yo puedo responderte que sí... Pero esas palabras no saldrán de mi boca de forma espontanea. Si debo parir esta verdad, que sea por cesárea, no me gusta la idea de parirlo a gritos. No es que no quiera es que no puedo.
Sí.. puede malinterpretarse, de seguro. Pero.. ¿ Qué quieres que haga? No pienso ponerle nombre a este bebé. Sus días ya están contados antes de que nazca. Nada me ata a él. Tengo otros hijos a los que darle importancia, a los cuales debo alimentar y ver crecer, esos que amo, que tienen nombre, que acaricio y acompaño en sus pasos. Pero esto... Esto no es mio. Es casi un injerto que alguien depositó en mi sin que me diera cuenta, y así mismo sé que dejará de existir para mi. Dejará de atormentarme la idea de que lo llevo dentro. Tarde o temprano saldrá y no le veré nunca más. Eso me alegra. Eso me mantiene firme. Yo sé lo que soy.. y esto no forma parte de este Yo que conozco. Ya no quiero hablar más de él... No merece la atención que le damos. No merece el lugar que ocupa. No vale la pena recordar su existencia.

Ah espera! Ahora que me acuerdo... Hay un médico perfecto... me han contado que no deja cicatrices. Su mano es algo fuerte, a veces el proceso duele mucho, pero luego ni rastros quedan. Y lo más divertido, es que dicen que te hace cariño después de cada operación, y que sus manos se vuelven suaves y dóciles. Cuentan que su olor es delicioso. Que cuando estás entre sus brazos no quieres pensar en nada más. Que no quieres que se vaya a ningún lado, y que pueden estar horas regocijándose juntos. Qué médico tan dedicado. Atiende las 24 horas del día y acude a domicilio. Es increíble! ¿Su nombre?... Jesús.

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