¿Alguna vez alguien te ha regalado algo que te gusta tanto... que tu atención se centra por completo en ello, y te olvidas de dar las gracias? o aún peor.. ¿Alguna vez te has acercado a alguien tan solo porque quieres conseguir algo? ¿Amistad por interés? ¿Relaciones materiales? ¿Relaciones comerciales? ¿Negociaciones amorosas?
Si alguien te da un regalo, y finalmente terminas amando más al regalo que a quien te lo dio, te olvidarás de lo más importante y ese obsequio puede terminar dañándote.
Las cosas más especiales y únicas son las que se vuelven más adictivas y difíciles de dejar, pero es importante verlo en perspectiva y darte cuenta de que todo es tan solo un complemento, un accesorio, un "algo más", por muy hermoso que sea o importante que parezca.
Si eres un niño... tu padre te da dinero, y amas ese dinero, luego te vas a gastarlo olvidándote para siempre de tu padre, quizá jamás vuelvas a tener una posesión similar, ni tendrás a alguien que te lo de nuevamente.
Sin embargo, si olvidas ese dinero en algún lugar.. Pero sigues amando a tu padre en todo momento, y sigues a su lado, no importa lo que olvidaste, siempre sabrás que tu padre te dará cuanto necesites.
No es lo mismo amar a Dios, que amar las cosas de Dios.
La gente no solo se vuelve adicta a las drogas y al alcohol, sino también al dinero, el placer sexual, la masturbación, las fiestas, las computadoras, los juegos, el sueño, la comida, la televisión, el chisme, al poder, a sus trabajos, o a la violencia... incluso hay quienes se vuelven adictos al sol.
Debemos tener cuidado en todo lo que hacemos. Ser agradecidos no implica obsesionarnos, sino recordar que hay alguien que nos da todo lo que necesitamos, y aun más.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna"
Él nos amó (y nos ama) a nosotros, las personas del mundo, no a las cosas del mundo.
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